Son dos componentes de la articulación de la rodilla diseñados para transmitir fuerzas sin que se produzcan daños en el cartílago articular. Participan en la distribución de las cargas, la estabilidad articular, la absorción de impactos y la lubricación articular, aumentando la congruencia articular y por lo tanto protegiendo al cartílago.

Los meniscos son cuñas de fibrocartílago con pocos vasos sanguíneos que ocupan los compartimientos interno y externo de la articulación femoro-tibial.

Su naturaleza y pobre aporte de vasos sanguíneos dificulta su reparación espontánea.

Son vitales en muchos aspectos de la funcionalidad de la rodilla. Las funciones más importantes de los meniscos son distribuir las cargas reduciendo las presiones de contacto de la articulación al brincar, girar o correr, aumentar la congruencia articular, contribuir a la estabilidad articular, siendo además importantes en la propiocepción articular.

Son en resumidas cuentas elementos fundamentales para preservar el cartílago articular garantizando la función articular para actividades de la vida diaria y actividades deportivas, previniendo la aparición de la artrosis.

Las lesiones y rupturas meniscales se relacionan con las cargas axiales y un momento de giro en posición de semiflexión de la articulación de la rodilla. Los meniscos tienen una enorme facilidad para lesionarse y curiosamente muy poca para repararse.

Un tercio de las lesiones meniscales se relacionan con la actividad deportiva en pacientes jóvenes. Otro tercio de las lesiones meniscales en pacientes de entre 18 y 60 años no se relacionan con la actividad deportiva, teniendo un componente degenerativo, y del tercio restante se desconoce su etiología.

La lesión del menisco interno o medial es más frecuente, tanto si la etiología es deportiva o no, por las mayores solicitaciones que soporta el compartimento interno de la articulación.

El diagnóstico de la lesión debe comenzar por una historia clínica detallada, donde son características las rotaciones con el pie fijo en el suelo, se acompañan de aumento de volumen o inflamación de la rodilla, dolor e incluso el bloqueo articular.

La base del diagnóstico debe de ser la exploración clínica hecha por un cirujano ortopedista especializado, complementada por una Resonancia Magnética (RMN) en las ocasiones en que se considere indicado.

Numerosas publicaciones han demostrado que la exploración física es superior a la RMN para el diagnóstico de las lesiones meniscales.

En el siglo pasado, al menisco se le consideraba un resto embrionario sin valor alguno en la función articular, en consecuencia, se procedía a su extirpación de forma sistemática.

Nuestro conocimiento de la estructura del menisco y su función en la articulación ha llevado a considerarlos en la actualidad una estructura vital para la conservación del cartílago articular y en consecuencia de la funcionalidad de la rodilla, su destrucción conllevará a la aparición de artrosis temprana.

La reparación meniscal con suturas meniscales está recomendada en pacientes jóvenes con rodillas estables o susceptibles de ser estabilizadas y con ejes articulares normales. Actualmente se acepta que las rupturas de menisco que afectan a la periferia (zona vascular) deben ser reparadas sistemáticamente ya que cicatrizan en la mayoría de los casos.

En pacientes de edad más avanzada somos partidarios de la remodelación meniscal. La indicaremos cuando la lesión meniscal produzca dolor, inflamación o bloqueo articular. Ya que la capacidad de curación y cicatrización del menisco disminuye con la edad.

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    El ligamento cruzado anterior
    ligamento cruzado

    Es un ligamento situado en el interior de la articulación de la rodilla, de pequeño tamaño pero de gran importancia funcional. Se denomina cruzado por adoptar dicha disposición en el espacio, en relación con el denominado ligamento cruzado posterior (LCP), y a los ejes de la rodilla, tanto en el plano frontal como sagital o lateral.

    Ambos ligamentos cruzados constituyen el pivote central de la rodilla y controlan los desplazamientos de la tibia sobre el fémur, tanto en sentido antero-posterior como en sentido rotacional.

    El ligamento cruzado anterior tiene 2 funciones:
    – Evitar el desplazamiento hacia delante de fémur sobre la tibia
    – Estabilizar la rodilla cuando se produce la rotación de la misma.

    La ruptura del ligamento cruzado anterior es una lesión frecuente en la actividad deportiva y recreacional.

    Las rodillas con un LCA deficiente están predispuestas a lesiones y a la aparición de signos degenerativos tempranos (osteoartrosis).

    Prácticamente dos tercios de las lesiones del LCA tienen un origen deportivo, afectando a una población activa, que se ve limitada en sus actividades como
    consecuencia de esta lesión.

    Las mujeres que practican actividades deportivas tienen entre 2 y 7 veces más rupturas de LCA que los hombres que practican los mismos deportes. El fútbol soccer y americano, el béisbol, el básquetbol y esquiar en nieve originan el 78% de las lesiones del LCA.

    En la actualidad la lesión del ligamento cruzado anterior es frecuente, dado el incremento de la actividad física que se ha producido en la sociedad actual.

    Recomendamos la cirugía de reconstrucción de ligamento cruzado anterior de forma sistemática, en pacientes menores de 45 años si la lesión se acompaña de manifestaciones clínicas de inestabilidad. En pacientes mayores de 45 años ha de considerarse la indicación en función del grado de actividad física o de la profesión.

    Las técnicas de reconstrucción precisan injertos autólogos, (del mismo paciente) del tercio central del ligamento rotuliano con dos pastillas óseas en sus extremos (H-T-H), del tendón cuadricipital o de los tendones de inserción de los músculos isquiotibiales. Existen otros injertos como los aloinjertos (cadavéricos) y sintéticos pero no han demostrado ser superiores, por lo que solo se consideran cuando no está la posibilidad de tomar un injerto del mismo paciente (autólogos). En el mismo tiempo quirúrgico deben repararse las lesiones condrales y meniscales que muy frecuentemente acompañan a la ruptura del ligamento cruzado anterior.

    Aunque la falta de LCA no siempre produce una pérdida funcional importante, está indicada su reparación. Especialmente en los deportistas debe repararse el ligamento roto no solo para volver a su actividad deportiva sino también, para prevenir el riesgo de ruptura del menisco y evitar artrosis temprana.

    En primer lugar la historia clínica y antecedentes de traumatismo, acompañado de “torcedura” de la rodilla o una caída, tras la cual en las primeras horas se produce dolor e inflamación importante.

    Una Artrocentesis con hemartrosis (sangre en la articulación) supone, en el 86% de los casos, una ruptura del LCA.

    Las pruebas complementarias RMN, Radiografias funcionales etc, son necesarias ante la sospecha clínica. La exploración de un profesional experto tiene mucho más valor, especialmente cuando ha transcurrido más de un mes desde el accidente, dado que las pruebas complementarias presentan un alto índice de falsos negativos transcurridas cuatro semanas desde el accidente.

    No, el ligamento es cordonal siendo el aporte vascular externo y las fibras del ligamento roto incapaces de repararse por sí solas.

    Por todo ello, las técnicas de reparación sustituyen el ligamento roto por un injerto. Sin embargo en ocasiones, por las condiciones especiales (enfermedades de riesgo) de un paciente se puede recomendar no operar.

    Pero esto no quiere decir que el LCA se reparará sino que esa persona podrá funcionar en su vida diaria sin LCA, evitando deportes de contacto, con cambios de dirección y de giro en su rodilla, es decir, asumiendo una disminución importante en su actividad física. Sobre todo en pacientes de más de 50 años con actividades laborales y deportivas menores.  Es por ello que la indicación de la cirugía ha de ser un tema consensuado entre el paciente y el cirujano ortopédico. En cualquier caso si en un futuro se producen manifestaciones clínicas de inestabilidad y dolor la decisión deberá ser revocada y realizar la intervención quirúrgica.

    Se hace porque en el 85% de los pacientes con un ligamento cruzado roto, y no operados, a los 10 años o antes, presentan signos degenerativos desarrollándose lesiones meniscales y cartilaginosas que son irreversibles.

    Además de dolor crónico e incapacitante, inestabilidad y limitación funcional en actividades cotidianas, laborales y deportivas.

    CARTÍLAGO ARTICULAR

    El cartílago articular es un tejido altamente especializado formado por una red de fibras de colágeno tipo II y proteoglucanos formado a partir de células llamadas condrocitos, carece de nervios, vasos sanguíneos o linfáticos.

    Reduce la fricción, transfiere y distribuye las fuerzas o cargas en distintas posiciones articulares y ofrece una superficie articular lubricada, que permite que los huesos se deslicen y giren unos sobre otros sin apenas desgaste.

    El cartílago es un tejido duradero y resistente, sometido a un promedio de 10 millones de ciclos de carga articular por año. A simple vista es de color blanco, brillante y firme. Se nutre del líquido sinovial, por un mecanismo de difusión que se realiza durante la carga articular.

    Por lo general, se presenta en pacientes a partir de los 40 años en adelante. Sin embargo, puede aparecer antes si se tienen otros factores de riesgo.

    La rodilla es la primera articulación en afectarse, al ser la articulación mas grande del cuerpo humano.

    Los factores de riesgo pueden ser:
    • Edad avanzada
    • Tener familiares con artrosis
    • Obesidad
    • Enfermedades metabólicas como: Gota, Artritis Reumatoide, Diabetes.
    • Una lesión articular traumática previa (fracturas) o el uso repetitivo (uso
    excesivo en ocupación laboral o deportes) de las articulaciones.
    • Deformidad de la articulación, como piernas de longitud desigual,
    arqueadas o rodillas valgas

    Por su naturaleza, el cartílago tiene muy poco aporte de vasos sanguíneos, lo que dificulta su auto-reparación o regeneración.

    El cartílago es un tejido de baja densidad celular, solamente un 3-10% de su volumen está ocupado por condrocitos.

    El líquido sinovial ocupa la articulación en condiciones normales. Es un líquido claro o ligeramente amarillento, viscoso y secretado por la membrana sinovial.

    En la rodilla humana hay entre 1 a 5 ml. Las funciones más importantes del líquido articular son la lubricación articular para reducir la fricción y la nutrición del cartílago articular.

    El tamaño y profundidad de la lesión, el nivel de actividad y la edad del paciente son los factores que marcarán la técnica adecuada para tratar la lesión condral.

    La evolución de las lesiones, es mejor en pacientes activos. Cuanto mas jóvenes son los pacientes mejores resultados. También se ha visto una interdependencia con el tiempo que cada paciente tuvo que esperar desde la aparición de los síntomas hasta la realización de la cirugía o tratamiento.

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    El tratamiento varía de ser conservador:

    • Modificar estilo de vida
    • Disminución del peso
    • Control de enfermedades metabólicas de base
    • Ejercicio controlado
    • Ingesta de condroprotectores vía oral
    • Infiltraciones en la articulación con viscosuplementación

    Escalando en el tratamiento a corrección quirúrgica mediante artroscopia de lesiones meniscales o ligamentos, tratamiento de lesiones en el cartílago susceptibles de reparación mediante condroplastia

    Y por último la cirugía de reemplazo articular, la prótesis de rodilla o cadera, según el caso, que sustituye el cartílago lesionado por implantes protésicos que permiten la disminución del dolor en más del 90-95%, mejora la calidad de vida y la funcionalidad del paciente, al mismo tiempo alinea la rodilla corrigiendo deformidades propias del desgaste articular.

    Siendo una solución verdadera y resolutiva.